jueves, 6 de noviembre de 2008

Video promocional del libro


Bocados pretenciosos forma parte de una de esas raras ocasiones en las que dos artistas coinciden en el ámbito evolutivo de una obra conjunta y su expresión estética sin abandonar sus individualidades. Xavier de Tusalle y Chus Cuesta conforman un tándem expresivo, podríamos decir, que se manifiesta a través de símbolos complejos, ecuaciones lúdicas y permutaciones estilísticas de gran profundidad estética.
¿Cómo comenzó todo? Te preguntarás. Sin querer airear secretos que no me está permitido revelar te diré que existe un lugar casi mágico —mágico en el sentido de punto caliente, donde parece que la inspiración se manifiesta con mayor facilidad— del que se habla en el libro abundantemente: La Taberna de Tulús. ¿A qué hace referencia esta taberna? ¿Es realmente lo que parece ser? ¿Un simbolismo? ¿Un estado mental de especial receptividad?
No puedo dar respuesta cabal a esto, sin embargo, parece claro que no se refiere, desde luego, a la ciudad francesa de Tolouse ni a una taberna ordinaria cualquiera. Dejémoslo pues como una clave heurística más de las tantas que se dan en estos bocados y que el lector vea en ello lo que sea capaz de ver. Olvido y Efebel son también dos palabras que se mencionan a menudo, pero me temo que, de nuevo, no vamos a poder avanzar demasiado.
Hacen referencia al espacio y el tiempo: espacios y tiempos donde la existencia tiene un orden mecánico e insatisfactorio, por un lado; y espacios y tiempos donde la existencia trasciende el estado de sopor y rutina habituales y se convierte en algo luminoso y vibrante, donde la creatividad se expresa por sí misma, sin esfuerzo, como un puro juego lleno de alegría, a veces de controversia, y deleite.
El primer estado es denominado Olvido, y el segundo, Efebel. Se nombran como lugares, estados o tiempos que pueden ser realmente visitados y extraer alguna experiencia de ellos de vuelta a la normalidad existencial. Y hay muchos más. La rosa azul, el silbido del viento, la nomenclatura del tres, el loto y el nenúfar, Plenitud... Mejor dejarlo aquí y confiar en que el lector sepa extraer todo el jugo de esta propuesta literaria. Por último, me gustaría hacer una mención al lenguaje propiamente dicho. Los autores se muestran como alquimistas de la palabra desgranando conceptos amorosos, poéticos, filosóficos y metafísicos esperando la total connivencia del lector. Este aspecto es el que más destaca en esta exquisita obra a medio camino entre la prosa, la poesía, el ensayo conceptual o el prontuario entre místico y estético, tan difícil de interpretar.
Querido lector, para sacarle todo el jugo a este libro lo más recomendable es invitarte a que te sumerjas en él y navegues recorriendo el orden natural de los capítulos; o a tu aire, libremente, surcando las páginas hacia la profundidad, la costa o los arrecifes de coral de sus pretenciosos significados. Por eso no hay un índice. Los Bocados pretenciosos deben degustarse como un aperitivo inesperado, un llamativo locuaz, un bouquet fractal, jugoso y nutritivo, refrescante y exquisito.
Buen provecho.

QUENTIN ASH
Crítico literario de TLeO
(Taller Literario de escritura pOtencial)
28 Julio de 2008

La escritura

Leer "Bocados pretenciosos" supone mirar por la ventana hacia un paisaje singular, equilibrado en el caos y sugerente dentro de un orden abstracto aunque plenamente significativo.
Los autores han utilizado un modo de escritura fractal basado en conceptos iterantes y recurrentes, una dinámica no lineal capaz de causar un efecto holístico en el pensamiento de un lector convencional.
Se trata de provocar pensamientos y sentimientos que nos hagan mirar las cosas desde otra perspectiva. Es como ver un cuadro confuso en un principio e ir enfocando poco a poco la visión tratando de hallar el significado de una estructura inusual.
La metáfora, el pleonasmo, la recurrencia, la anáfora, los argumentos contradictorios y las imágenes poéticas conducen el hilo narrativo por el escurridizo pasaje de lo innombrable y lo innombrado.
Bocados pretenciosos no es una obra literaria convencional, es una experiencia literaria que te empuja un poco más allá en la búsqueda de significados compartidos y lecturas innegables a pesar de la ambigüedad.

Los símbolos

Los “Bocados pretenciosos” recurren al lenguaje simbolista, que viste la idea de una forma sensible con una intención metafísica. El resultado es un texto subjetivo, misterioso y místico.
El simbolismo intenta encontrar lo que Baudelaire denominó "correspondencias", las secretas afinidades entre el mundo sensible y el mundo espiritual. Para ello utiliza determinados mecanismos estéticos, como la sinestesia (facultad que poseen algunas personas que consiste en experimentar sensaciones de una modalidad sensorial a partir de la estimulación de otra distinta). Esto se produce en los bocados, de modo que, al ir avanzando en el texto, la “libélula azul”, cuando sólo sea mencionada como “libélula”, la identificaremos ya con ese color.
En cuanto a los símbolos, los autores han trabajado estableciendo progresivamente nuevas relaciones entre ellos, de modo que su significado va adquiriendo entidad conforme se avanza en el texto y se va estableciendo una asociación de ideas.
La finalidad no es otra que evocar emociones. Se trata de expresar una realidad distinta a la tangible y se utiliza el símbolo como un instrumento de comunicación que trasciende lo material. “Olvido” y “Efebel”, son dos lugares a los que se hace referencia y que podrían entenderse como la “realidad en la que vivimos” y la “realidad que nos gustaría vivir” o “lo que experimentamos” y “lo que nos gustaría experimentar”, o “lo que sentimos” y “lo que nos gustaría sentir”. Pero estos dos términos se acompañan de otros símbolos y todos ellos forman parte del viaje al interior que proponen los "bocados". Se ha utilizado un lenguaje cifrado en el que la alquimia de las palabras acompaña al lector hasta la última página o, incluso, una vez ha cerrado el libro.

Algunos de los símbolos que aparecen en "Bocados pretenciosos" son:

LA ROSA AZUL: “es el imposible que te ha sido brindado”

EL NENÚFAR: es la musa que aviva la sed de creatividad en el sentido más amplio. Representa ideas acuáticas y cristalinas y las enlaza con el ensueño y la imaginación.

EL TINTERO: es el instrumento que representa al lenguaje perfecto.

EL SILBIDO DEL VIENTO: es el despertar de la conciencia a la posibilidad de alcanzar la plenitud.

LA LIBÉLULA AZUL: “la anatomía de una libélula es un estado del ser y la conciencia”, solo cuando has subido en ella eres capaz de iniciar el viaje, hablamos de una continua búsqueda y de un camino que se recorre.

EL ZORRO: es la mirada astuta y premonitoria; incita a continuar por un sendero o claudicar y elegir otro.

LA NOMENCLATURA DEL 3: es la afirmación de que la belleza, la libertad y el amor existen y se manifiestan.

LAS CALÉNDULAS: son la esperanza de que lo bello puede ser alcanzado.

LA CAVERNA: es el lugar oscuro del que todos huimos, en nuestro interior.

LA TABERNA DE TULÚS: es el lugar de encuentro donde pueden darse todas las circunstancias para que se despierte el brillo que procede del interior, es un lugar donde la esencia se comunica plenamente y celebra el encuentro con el guía que le llevará hacia otro lugar u otro estadio de conciencia.

EL LENGUAJE PERFECTO: es la comunicación plena aplicada a todos los sentidos.

EL SILENCIO: forma parte del lenguaje perfecto, es un estado donde las palabras no hacen falta para comunicarse.

Autores y personajes

Es evidente que los autores han transitado un camino de creación común y que se han involucrado en un viaje interior tan personal como es la poética literaria.
Al tratarse de un escritor y una escritora, del mismo modo que los personajes tienen entidad masculina o femenina, se puede identificar lo que se dice en el texto y ponerlo en boca de uno u otro autor, lo cual es acertado, teniendo en cuenta que toda obra parte de la subjetividad, en este caso, compartida.
Al mismo tiempo que los autores han transitado el camino que se recorre, los personajes se manifiestan “adoptando posturas imposibles” e indagando en la realidad, a través de los símbolos que se presentan a su paso, que no son sino la proyección emocional de una realidad tangible a veces y otras etérea.
Alma se presenta como una nueva oportunidad para continuar el viaje hacia el interior, es el personaje “nombrado” que intenta establecer una vía de comunicación. “El Innombrable”, personaje al que no se cita expresamente pero se desprende del propio texto, le manifiesta continuamente sus dudas, su negación, su desconfianza en ella, en el género humano, en sí mismo. Al mismo tiempo, demuestra en ocasiones que se encuentra ya inmerso en ese viaje que Alma le propone. Es entonces cuando se manifiesta a través de El Arquero y El Perfumista destilador de esencias, y se comunica con La Dama Nocturna, la musa de los desvelos a medianoche.

La comunicación

En “Bocados pretenciosos” se habla de la comunicación en el sentido más amplio, la relación del individuo con el entorno y el diálogo que se establece entre éste y su interior.
Los personajes y los propios autores se convierten en emisores y receptores y se comunican mediante mensajes cargados de símbolos que evocan estados del alma y emociones.
El término “Interloquio”, que no se recoge en los diccionarios, sirve para designar ese diálogo interior que da inicio al viaje que se propone.
Los personajes hablan y se comunican poniendo de manifiesto que existe una parte esencial en el ser humano que lucha contra las circunstancias y, al mismo tiempo, necesita creer que existe un lugar de encuentro donde la esencia es capaz de comunicarse plenamente. Ese lugar es “La Taberna de Tulús”, que también constituye un juego de palabras. En inglés “to loose” significa “perder”. Los personajes y los propios autores, que también se convierten en personajes, se pierden para encontrar:
“Parece que caminamos hacia nuestro destino subiendo los peldaños de una escalera en forma espiral”
“El camino no es recto, es espiral”
Alma, El Arquero, La Dama Nocturna, El Perfumista, dicen cosas como:
“Necesito creer en el género humano”
“Necesito un nuevo lenguaje para comunicarme con la esencia”
“Terminó el turno de ruegos y preguntas”
“Tengo nuevas caligrafías”
“Me comprometo con lo sutil y con la esencia”
“Acompáñame hacia el silencio”
“Te propongo una página perfecta”
Alma (personaje “nombrado”) se convierte en guía y la Libélula Azul simboliza la continua búsqueda y propone un camino a recorrer, hacia un estado del ser y la conciencia.
Sin embargo, también existe un personaje “innombrable” un personaje sin nombre, que pone de manifiesto los temores, las dudas, la lucha interior, la desconfianza.
Alma le incita, le pregunta, le pone en alerta:
“¿Quieres volver a la caverna?”
“¿Quieres ser un autómata?”
“¡Mírame cuando te hablo!”
Y le habla de aspectos sutiles, le recuerda que existe un camino hacia la belleza, la libertad y el amor, le incita a buscar las palabras correctas, las que forman parte del lenguaje perfecto, y le anima a indagar en su interior:
“No existen las conciencias si somos interior”
Mientras que El Innombrable le responde de nuevo con sus dudas, sin darse cuenta de que aún le queda fe:
“Eres una figura cambiante”
“No existen certidumbres”
“Borracho como estoy no te distingo en la niebla”
“¿Quieres aniquilarme?”
Sin embargo, existe un símbolo fundamental que es el Silencio, que también forma parte del lenguaje perfecto y que supone traspasar el umbral “que a todo el mundo da miedo”. Es un lugar donde las palabras ya no son necesarias para comunicarse. El Innombrable cruzará ese umbral acompañado de Alma y empezará a dar muestra de que ya se encuentra inmerso en el viaje. Es entonces cuando se permite identificarse con El Arquero y lanzar sus flechas a las estrella, o incluso con El perfumista, que se atreve a ir más allá y destilar esencias para La Dama Nocturna.
En realidad, el camino se inicia con la primera página y, aunque se establece una lucha, todos están inmersos en el viaje.